lunes, 23 de febrero de 2015

Corrientes marinas y cadáveres en Arrigúnaga

       -  ¿Habéis estado en La Galea?- nos preguntó Pinilla
          - Sí,¡ claro!, -le contestamos.
       -   En La Galea, a la altura de la playa, os asomáis, sin caeros,  y, debajo, hay dos o tres espigones que  impiden las corrientes; y luego por la parte contraria, en la peña de Abasota y la del Palo  hay una unión artificial con rocas, hecha como un pequeño muelle, que consigue el encajonamiento de las corrientes.

Esta es una parte de la conversación que Josep, autor de la mayor parte de las fotos del blog, y yo mantuvimos con Ramiro Pinilla en su casa, en Walden, en junio de 2013.

Uno de los temas  fue sobre su playa de Arrigúnaga, de cómo era cuando la conoció , de  niño y no tan niño, y cómo cambió hasta ser como es ahora .

El recuerdo de esta playa, cubierta de una arena negruzca debido al carbón o carbonilla que llegaba desde la otra orilla, desde los Altos Hornos, aparece en varias de sus novelas. 

-      Era el tributo a la industrialización en la otra orilla- nos comentaba.- Pero es que en  invierno        ennegrecía todavía un poco más.
-        La recuperaron, según me habías dicho , echando arena  traída de otros arenales.  
-       Precisamente ahora estoy escribiendo la tercera novela policíaca. Hablo de esa operación, de traer arena. Pero también de cómo impedir que el mar se la lleve.       La arena la trajeron porque durante años daba pena verla. Estaba descarnada, todas las peñas de abajo que nunca las habíamos visto estaban a flor. Y había mazacotes de hormigón que traía el mar, que habían arrojado los barcos de la industrialización, residuos de Altos Hornos. ¡Era de pena....! Y trajeron arena de una playa próxima,con camiones,
-        ¿Tuvieron que echar mucha arena?
-    ¡Hasta una altura que nadie lo sabe más que los viejos! ¡ ¡6 o 7 metros!!! El nivel, hoy, y la fisonomía es completamente distinta a cuando yo era niño. En el medio había una especie de …columna, de columna  en peñas. En el castillo viejo, en la base arrancaban unas peñas de dos metros y medio que dividían la playa.
-        Y ¿cómo consiguieron controlar al mar?
-   Hicieron un encajonamiento de las corrientes de la playa, de modo que,hoy, las corrientes antiguas ya no funcionan y no se llevan la arena. Ese es el arreglo que han hecho. 

 Y éste es el trasfondo de esa tercera novela policíaca de que nos habló en su casa.  Cadáveres en la playa ha sido publicada en octubre de 2014. 

      Una playa, Arrigúnaga, que se podría quedar sin arena por el trasiego de  las corrientes marinas transversales y el interés manifestado por unos falangistas asesinos que habían escogido, hacía 35 años, de noche, un lugar de la playa como lugar de ejecución y fosa común. en evitar que la arena desaparezca. Presionarán al Ayuntamiento para que busque la solución al hecho que supondría el descubrimiento de cadáveres en la playa desnuda de arena. Un ingeniero catalán de costas, funcionario del Ayuntamiento, verá cómo se admite su proyecto de los espigones laterales como freno y contenión a las corrientes transversales.

 Mientras tanto Samuel Esparta, el Sancho Bordaberri de la librería Beltza, tendrá que descubrir el asesinato pasional cometido dentro  de una cuadrilla de amigos por uno de ellos. El muerto fue enterrado, le han dicho, en la misma fosa de los asesinados por los falangistas, en la misma noche , al amparo de la oscuridad. 




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