viernes, 23 de marzo de 2018

Senderos en el Getxo de Ramiro Pinilla

Una invitación a la lectura

Para entrar en el Getxo literario de Ramiro Pinilla hay varios senderos o caminos por donde acceder.


El camino más antiguo es el de Las ciegas hormigas, que lleva al acantilado de La Galea, con su faro, su fuerte; a la playa, y al pueblo de Algorta, con su cruce Cuatro Caminos, su plaza, su cine… Pero, desde él, no se abarca una panorámica de todo el territorio.

Hay un sendero, de corto recorrido: Recuerda, oh, recuerda, desde el que se ofrece una vasta panorámica a escala reducida del territorio de los verdes valles de su trilogía. De entre todos sus cuentos, este, había dicho Pinilla era el que más le gustaba.

Pero para entrar por la puerta grande hay que seguir el camino que marca La tierra convulsa. Y este camino que se detiene, y avanza, y retrocede y continúa avanzando, va saltando de un lugar a otro. Es un camino largo, que hay que tomar con calma porque continúa  con los otros dos tomos: Los cuerpos desnudos y Las cenizas del hierro.

A veces uno quiere aproximarse a un trozo escogido del territorio, como puede ser Sugarkea, donde moran unos seres primitivos, los Baskardo, y es Andanzas de Txiki Baskardo el camino a seguir.

O tal vez coger la senda que lleva, a través de La higuera, al Instituto de enseñanza media, en la vega de Fadura.

O senderos más introspectivos, por los que nos lleva Quince años, que se adentran en la psique del personaje de don Manuel Goenaga, el maestro nacionalista.

Otras veces, es desde la librería Beltza, de donde sale el sendero que avanza por el territorio, esta vez  salpicado con crímenes que, el librero Sancho Bordaberri, metido a investigador, se decidirá a resolver:  Sólo un muerto más, El cementerio vacío, Cadáveres en la playa.

Finalmente, hay unos senderos que, desde varios ángulos, se adentran en el Getxo literario de Ramiro Pinilla enriqueciendo su perspectiva: Todo el mundo se llama Arrigunaga.





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